Amigos les comparto el borrador del primer capitulo de mi novela Genaro, basada en el archivo fotográfico de Armando Salgado. Los fondos que se recauden de la venta y donaciones serán empleados para la realización de la trilogía documental Halconazo, Genaro, Ayotzinapa. Gracias por sus correcciones y aportaciones para continuar su desarrollo. Se autoriza su publicación citando esta fuente http://halconazo10dejunio.blogspot.mx/
No me pregunten si soy un espíritu o
un fantasma. Lo que puedo decirles que hasta hace 60 palabras era inmaterial,
pero cuando alguien escribió la G con la que empieza mi nombre, Genaro, empecé
a materializarme para contarles esta historia, mi historia.
No se sorprendan, no hay nuevo en
esto. Si tienes luz del sol iluminando estas páginas no es la de ahorita, fue
emitida hace unos ocho minutos. Es algo de lo que llegamos a conversar cuando
estábamos en la montaña, tan tranquilos a pesar de que parecíamos estar
escondidos, no de los soldados que nos buscaban, sino de los meses a la sombra
que nos esperaban si llegaban a atraparnos.
Si hubieran llegado por nosotros nos
habríamos rendido sin hacer un solo disparo a pesar de que teníamos con qué
defendernos. Esa era la instrucción que tenían todos los muchachos que nos
acompañaban y a diferencia del grupo de Lucio todos estaban de acuerdo.
Nosotros no matamos soldados. Son campesinos, son el hijo de Lupe, el sobrino
de Julián, el primo de Mario, el tío de ese chilpayate ¿cómo se llama? ¡Ah
condenado chamaco! ¿Cómo se llama? ¡Lo tengo en la punta de la lengua!... ¡Ah
jijos! ¿Pues cual lengua? Se me olvida que hace ya cuarenta y tantos años que
me mataron.
Pero no crean. ¿Cómo explicarlo? De
niño conocí a un señor que se quejaba de que le dolía el codo. Así decimos en
México a las personas que son avaras, que “les duele el codo”, pero no es eso
lo que quiero decirles. El caso es que esta persona no tenía codo, ni brazo. Un
muñón, apenas debajo del hombro. Se lo habían cortado porque se le estaba
gangrenando luego de recibir el disparo
de una bala que nadie le supo sacar.
Pero el juraba que le dolía el codo, o por lo menos le ardía ¿bueno al
menos le creeríamos si nos decía que tenía una intensa comezón? Poquito antes
de recibir el tiro, nos dijo, lo había picado un jején.
Así que yo no tengo ese nombre en la
punta de la lengua porque no me encuentro la lengua. Lo que sí puedo sentir es
el cráneo hundido por la culata del rifle que me desconectó de la vida. Aún me
duele un poco después de 43 años y varios meses, quizá porque fue la última
parte de mi epidermis que estuvo en contacto con un objeto antes de que se
desconectara la conciencia de mi vida.
Si la luz del sol que vemos antes de ocultarse
en el horizonte fue irradiada hace ocho minutos, la de muchas de las estrellas
que yo vi, (y las que usted verá esta noche, o la siguiente, si cree en esa
idea romántica de que los muertos habitan en alguna estrella) puede pertenecer
a cuerpos celestiales que ya han desaparecido en una supernova o…
Espere un poco, no sea incrédulo. ¿Por
qué está pensando que qué sé yo de
supernovas y de la velocidad de la luz y de estrellas fantasmas? Se le olvida
que fui ¡que soy un maestro titulado!
Disculpe, no tiene por qué saberlo. Hay retratos que son engañosos y tal vez en
los que usted conoce sólo puede recordarme con la ropa que sólo se puede usar
cómodamente en una montaña. Desengáñese, también supe lo que es una corbata y
no vaya a creer que sólo la usé para la foto de mi título.
¿En qué estábamos? Ah, sí. Discúlpeme
por favor. Como le iba diciendo hace exactamente 631 palabras yo no tenía
materia, pero luego alguien tecleó una G y luego una E y después N A R O y sacó
del olvido la foto que Armando Salgado le pidió a uno de mis muchachos que nos
tomara con la cámara que llevó el día que le di una entrevista; y antes platicó
con la mujer más inteligente del mundo, maestra también, con la que me casé y
me guarda en la memoria con más fidelidad que nadie.
La memoria es intangible, la historia
queda atrás cada micra de segundo. Todo es relativo y sin embargo hay algunas
cosas constantes, al menos constantes hasta que un nuevo Einstein no descubra
otra cosa.
Un rayo de luz hiere una película y se
graba una imagen. No hay nada más rápido que la velocidad de la luz. La luz es
onda y es partícula. La materia no se crea ni se destruye, solamente se
transforma.
Pero antes de transformarse deja una
huella y si tenemos cuidado podremos conservarla por suficiente tiempo en una
fotografía, en el campo magnético de una cinta de audio, en una película.
No hay nada menos recuperable que el
tiempo. Es relativo. Cuando el compositor y astrónomo William Hershel,
descubridor de Urano, conversaba con su hijo John, le platicó esta historia que
ya les he referido sobre la luz que vemos de estrellas desaparecidas.
John Hershel hizo experimentos con
tiosulfato de sodio, los cuales fijaban las sales de plata. Siglos antes
científicos chinos y árabes habían inventado cajas de luz que permitían
proyectar imágenes del exterior a espacios cerrados. Lo que descubrió el hijo
del compositor y descubridor de Urano se lo comunicó a su amigo Daguerre quien
empezó a fijar imágenes a las que John Frederik William Hershel bautizó como
fotografías, también acuñó los términos “negativo” y “positivo”.
Prácticamente cien años después de la muerte de John
Hershel, Armando Lenin Salgado me visitó en la montaña y me tomó muchas
fotografías que después de mi muerte quedaron prácticamente olvidadas…hasta que
un amigo de Armando empezó a difundirlas por todas partes con el apoyo de un
sistema que viaja a la velocidad de la luz, el Internet.
Entonces yo, que descanso plácidamente
en un cementerio de preciosa vista en un Edén que ha permanecido prácticamente
a resguardo de los sembradores de amapola y otros criminales organizados empecé
a materializarme en una fotografía por aquí, en un documental por allá, en un
artículo de prensa más aca.
La paz y prosperidad que disfrutan en
2015 los habitantes de San Luis Acatlán, en el sangriento estado mexicano de
Guerrero no es casual. Es un proceso histórico que yo continué, pero no inicié.
Cierto es un efecto mariposa al que
pude haber contribuido cuando invertía mi exiguo salario en alquilar dos
películas que se proyectaban en un inmueble de mi pueblo que yo alquilaba ex
profeso para ello.
Pero aún antes, con más inteligencia
que violencia Los Cívicos lograron reducir el poder de los caciques y dar una
vida mejor a los campesinos. Y mis herederos, ya en el Siglo XXI han organizado
para evitar atracos autorizados por la Secretaría del “Medio Ambiente” que
hubieran acabado con la poca arena del río y quien sabe que desequilibrios
hubieran causado.
¿Medio Ambiente? A mí no me culpen por
favor. ¿Qué clase de eficiencia puede tener un gobierno que ni siquiera puede
nombrar una dependencia sin redundancias? ¿Acaso el medio no es el ambiente?
Si en algo tan sencillo no puede haber
coherencia ¿Cómo van a combatir a criminales armados con lanza cohetes? ¿Cómo
al hambre si se sustituye la producción con despensas? Si la riqueza mineral se
regala en piedra bruta al extranjero; si
a 150 años de que Marx y Engels dijeran que al menos en el transporte público
el Estado debería mantener el monopolio para que la clase obrera pudiera transportarse
a trabajar, y lo ceden a particulares que matan en el “Metrobus” a mil por
ciento más pasajeros y peatones que en el Metro que sí permanece como servicio
público ; si en un país de dos millones de kilómetros cuadrados la mayoría de
la gente apenas conoce su delegación o municipio ignorando que desde Sonora a
Yucatán hay vestigios de algunas de las civilizaciones más antiguas del mundo,
tan antiguas o más como las que dejaron huella en Altamira o las cavernas
francesas…
Tal vez ya me esté materializando
demasiado. Esto debe ser una novela y no un ensayo de teoría política. Si no te
has cansado demasiado, yo soy Genaro y esta es mi historia.
De Anthony Garfunkel:
ResponderEliminarEn El Alma y el Espiritu llevo la huella de las generaciones pasadas
De aquellos que un día decidieron que la lucha debería de continuar
El espíritu siempre se rebela ante la humillación
El hambre me tumbo muchas veces pero el orgullo siempre me levanto
Mi trabajo nada ordinario siempre fue la profesión de enseñar
Un artista de impartir el conocimiento teniendo como lienzo la mente de esa nueva generación
Mi único deseo fue que el Espiritu nunca sea ninguneado por muy violenta que fuera la humillación
Acepto el dolor pero no acepto el sufrimiento
Ya mucha sangre se derramo y la libertad y justicia no parecen nunca llegar al pueblo por el cual se peleo
Levanto mi espíritu que espero lleve el mensaje a un lugar mas alto que la montaña
Que llegue a esa nueva generación como una bendición muy merecida aunque un poco tardía
Para calmar la sed de justicia Para acercar la libertad y traer la luz a ese rincón oscuro del alma que aun lleva ese clamor