Diario de un Reportero
45 años de Halconazos[1]
Ramsés Ancira con fotografías de Armando Lenin Salgado
Mientras las fuerzas más conservadoras hacen caravana con sombrero ajeno
y llevan agua a su molino atribuyendo al presidente Peña Nieto las derrotas del
PRI por el único acto progresista e igualitario de su administración: legalizar
el casamiento de dos personas adultas que así lo deseen, cualquiera que sea su
sexo, se cumplen 45 años del segundo genocidio cometido durante las
administraciones priistas, le conocemos como Halconazo.
La forma en que Luis Echeverría Álvarez explicó los sucesos ocurridos el
10 de junio de 1971 movería a risa si no fuera una tragedia. Simplemente, dijo,
fue un enfrentamiento entre estudiantes y no hubo muertos. Luego “ordenó una
investigación” corrió al jefe del gobierno del Distrito Federal.
Pero no fue así, por supuesto que no fue así, la masacre ni siquiera se
limitó a los participantes en la marcha, la primera después del dos de octubre
de 1971, sino, como lo atestiguó cámara en mano el fotoperiodista Armando
Salgado, alcanzó a varias normalistas que se encontraban dentro de su escuela, a las que les disparó un francotirador.
¿Cuántas? No lo sabemos pero ahí está el sujeto, rodilla en tierra y bien se
sabe que nadie saca un arma si no la dispara.
Testimonios de médicos y enfermeras que se encontraban en el Hospital
Rubén Leñero y que son parte de la nota enciclopédica de Wikipedia, aseguran
que la masacre no solo se dio en las calles, sino que llegaron hasta el
quirófano a rematar a los heridos.
José Woldenberg Karakowsky, personaje al que nadie podría acusar de
radical, narra en sus memorias de la izquierda que fueron horas de balazos ¿A cuántas
personas por minuto puede matar una persona armada como la que captó Armando
Salgado? Quien sabe, pero por esas mismas fechas vecinos del Estadio Azteca
contaban que estuvo cerrado al público, y un olor extraño, tal vez de cadáveres al
fuego, emanaba del inmueble en la colonia Santa Úrsula.
El día en que ocurrió la manifestación, muchos estudiantes comentaban
que Luis Echeverría era una buena persona. Así lo demostraba el regreso de algunos de los exiliados tras el movimiento
estudiantil de 1968.
En la céntrica Rivera de San Cosme siempre ha existido una buena
vigilancia policíaca. No, si policía si había, pero se concretó a mirar. Desde la noche victoriosa en la que los aztecas expulsaron a los conquistadores e hicieron llorar a Hernán Cortez, no había corrido tanta sangre en esa calzada.
Los halcones se formaron con estudiantes proletarios a los que les
ofrecieron muy buenas becas, militares en proceso por diversos abusos de poder
y abusos sexuales, pero también con oficiales de rango. Documentos
desclasificados en Estados Unidos dan sus nombres: Teniente de Artillería
Ricardo Villaseñor Mota, teniente de caballería Juan Gordillo Bravo y Teniente
José Lamberto Bravo. Existe un fotograma de esta imagen en la película del
Canal 6 de Julio “Halcones, Terrorismo de Estado”
Del hombre con la vara de kendo y playera oscura con rayas blancas en
las mangas, al que inmortalizó la cámara de Armando Lenin Salgado hubo
referencias de que intoxicado con solventes y alcohol de pésima calidad, pasaba
sus días pidiendo limosna en los rumbos de El Molinito, Estado de México, de
los militares, que alguno de ellos fue muy cercano a Pinochet dos años más
tarde cuando otro genocidio tuvo lugar para derrocar a Salvador Allende en
Chile.
Que hubiera un presidente municipal del PRD en Iguala, cuando fueron asesinados
varios estudiantes, uno de ellos jugador de futbol y no normalista, otro
desollado y 43 desaparecidos, no exime al PRI de los hechos de Ayotzinapa.
Primero porque el procurador bajo cuya gestión se inventó la fantasía del
basurero de Cocula, Jesús Murillo Karam, también ocupó antes la Secretaría General
del PRI y segundo porque los hechos ocurrieron a las puertas de un campo
militar y el jefe máximo de las fuerzas armadas es un presidente emanado de las
filas del PRI.
Si Enrique Peña Nieto es genuino cuando dice que no sabe en que momento su gobierno pasó a ser culpable de los hechos de Ayotzinapa, es tan ingenuo que es más digno de lástima que de respeto.
De modo que con los delitos públicos y publicados de los gobernadores de
Chihuahua y Veracruz, entidades llenas de ejemplos de crímenes colectivos y
desapariciones forzadas, con los gobiernos superados por el crimen organizado
en Quintana Roo y Tamaulipas, que vengan a decir que el PRI perdió porque el
presidente avaló los casamientos entre personas del mismo sexo es un insulto a
la inteligencia y una carta de permiso para que se sigan cometiendo halconazos,
al fin que los mexicanos somos tan idiotas que preferimos ver debajo de los
calzones de las personas, que preocuparnos por 45 años de un crimen impune
ordenado desde el Estado.
[1] Basado en el libro Una
Vida en Guerra, cuando el Genocidio tuvo permiso de Armando Salgado y Breve Historia del Halconazo entrevista
con Luis Echeverría Álvarez realizada por Ramsés Ancira para la serie México en su Memoria. Consulta en You
Tube https://youtu.be/Yg2zXobSpsk